EL ENFERMERO NEGRO

Claro que El Enfermero Negro no es un hombre de color,
más que un ser humano es una situación
que acomete cuando zumban los oídos y nos laten las sienes,
cuando el corazón se desboca y a la jaqueca
no la conjura un Geniol…
Negro lo blanco del ojo y
negra la dentadura generalmente perlada,
recomienda
una siestita a oscuras para bajar la tensión.
Lo que era sala de guardia se transforma al punto en
tu purgatorio de rigor:
Quién no ha jurado sobre esa camilla
“basta de sexo, droga, y rock’n roll”?
O “yo ya existí,
me toca experimentar lo contrario”.
El Enfermero Negro sigue a tu lado
más la penumbra miente soledad.
Es la hora en que te reprochas
la inconclusión de tus asuntos legales
que han de heredar tus hijos y te preguntas
si serán capaces de mantener
la Nochebuena en su sitio.
Pasas revista a todos
los orgasmos vacilantes en que no fuiste
capaz de estallar como se debe,
las hembras que no cabalgaste
por alguna forma de lealtad
con alguna eventual acompañante,
los manjares que ya no se disolverán
sobre tus papilas linguales,
los rincones del planeta que nunca habrás de explorar…
No es raro que te digas en ese instante
“también se gasta
la maquinaria vital”.
Y sin embargo no es esa tu estación terminal:
Que no hay sueño ni deseo adonde irás a dar.
Hasta el más valiente se ha propuesto en esos trances
“ya no seré un torbellino, he de cambiar”,
Es más,
quién no ha prometido alguna vez
“si salgo de esta prometo no abusar”.
Pero una de las tantas siempre es la final.
Vale la pena revisar lo humano para quedarse un rato más
(quien más quien menos medita acabar con dignidad
pero a menudo el destino regatea esa oportunidad)
Y pactamos pues continuar
aunque sea por media vida
o un cuarto apenas con tal
de seguir contemplando cómo la avispa construye
con barro también su nido una vez más.
A veces
- tan sólo a veces -
El Enfermero Negro acepta el trato y señala
el haz de luz que te ha de rescatar.
Vuelves entonces a disfrutar
la humilde fiesta de llenar
el pecho de aire y partir.
Él sigue en la oscuridad.
“Paciencia es cuanto me sobra”,
murmura cuando te vas.-

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Acerca del autor

Acerca del autor

Biobibliografía

Jorge Falcone es nieto de poeta.
En 1988 obtuvo el Primer Premio de Poesía Editorial Amaru, otorgado por Vicente Zito Lema.
Fue Director de Relaciones Públicas de la Sociedad Argentina de Escritores.
Dicta un Taller de Redacción en la Facultad de Diseño y Comunicación de la Universidad de Palermo, Buenos Aires, Argentina.

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